Existen diversas posiciones en cuanto a la
anulación o abstención del voto, algunas defienden que hay que salir a votar
por quienes nos convenzan mas, por el menos malo o para equilibrar la balanza,
otros por abstenerse de votar y así enviar un mensaje al sistema político -
electoral en nuestro país.
Analicemos
ambas posiciones: Abstenerse es avalar, es decirle al sistema que estas
conforme con quien gane (ojo eso no quiere decir que lo estés), solo que si tu
abstención es para inconformarte, solo quedara en el lado romántico del asunto,
es decir que nadie sabrá porque dejaste de ejercer tu derecho a votar, puede
ser porque estabas enfermo, no te encontrabas en el país, no te intereso, etc.
Ahora bien, anular el voto si envía un mensaje, puesto que es claro que
acudiste a la casilla, ejerciste tu voto y ninguna de las opciones actuales te
convence, anular es decir que las cosas no están bien.
En
México, en los últimos años, la lista nominal ronda por los 80 millones de
mexicanos con edad y credencial para votar, de los cuales aproximadamente
ejercen su derecho al voto 50 millones (cifras entusiastas y que representan el
60% de la lista nominal aproximadamente que votaron en las elecciones del
2012), si tomamos en cuenta que las elecciones son ganadas por el 40% de votos por
ejemplo, esto quiere decir que solo 20 millones de mexicanos votaron por un
partido o candidato, dicho de otra manera el 25% de la lista nominal eligió a
su representante popular actual, si lo contextualizamos en que somos 120
millones de mexicanos, solo 1 de cada 6 personas voto por quien ganó las
elecciones. Desafortunadamente el voto en nuestro país es un derecho y no una
obligación como en otros países, como en el sistema electoral brasileño, en el
cual el voto es obligatorio, se debe justificar la abstención y en caso de no
hacerlo hay penalizaciones.
El
voto en nuestro país debería ser obligatorio, puesto que al no serlo, permite
la alquimia electoral, la apatía, neutraliza al voto cambiante o a los
indecisos, refuerza el voto duro y mantiene el status quo, ahora bien tomando
en cuenta que el voto no es una obligación actualmente, el no salir a votar
permitirá todo lo anterior. Salgamos a elegir a nuestros representantes
populares, y si no estamos convencidos, o de acuerdo con ninguna de las
propuestas o candidatos, piensa de nuevo si es mejor no participar, continuar
insatisfecho y por lo tanto legitimar a quien gane la contienda electoral, o
participar equilibrando poderes y/o cuestionando al sistema actual, no botes tu
voto, bien dicen que el que calla, otorga....
ERNESTO ARRACHE
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