jueves, 17 de diciembre de 2015

¿QUIEN SE HA LLEVADO MI QUESO?

            La popularización de aplicaciones (apps) para solicitar servicios de transporte desde un dispositivo móvil ha generado beneficios para algunos y rechazo por otros. Como en todas las historias, siempre existen puntos de vista contrarios y diversos sobre un mismo tema, en este caso, el lado de los taxistas que siempre han ofrecido sus servicios a través de la vía tradicional y por otro lado, los usuarios y prestadores de servicios de Uber o Cabify entre otros principalmente.

               Así funcionan los taxis tradicionales: Se puede solicitar una unidad por teléfono, parar uno en la calle, abordarlo en algún sitio estratégico o de afluencia donde se encuentran; para ser chofer se requiere, contar con una concesión y tramitar la licencia para operador de taxi.

            Así funcionan los servicios de Uber: La aplicación o app se descarga en el celular gratis, el usuario abre un perfil en el que ingresa sus datos y los de su tarjeta de crédito ya que no se puede pagar en efectivo al solicitar un servicio de transporte, el software de la aplicación detecta la ubicación a través del GPS integrado en el smartphone, y rastrea unidades, las más cercanas reciben una notificación de servicio y los conductores deciden si la toman, en caso de que acepte el servicio al usuario le aparecerán en la pantalla los datos del vehículo que lo recogerá, modelo, placas, nombre del conductor y tiempo estimado de llegada; para ser chofer se requiere contar con auto propio, debe ser una persona con actividad empresarial y pasar ocho exámenes diferentes, como el de no antecedentes penales, capacidades para conducir, toxicológicos, psicológicos y de confianza.

            ¿Quien se ha llevado mi queso? es una parábola, escrita por Spencer Johnson (best seller) en el cual describe el cambio en la vida y el trabajo, y cuatro típicas reacciones: Resistirse al cambio por miedo a algo peor, aprender a adaptarse cuando se comprende que el cambio puede conducir a algo mejor, detectar pronto el cambio y finalmente apresurarse hacia la acción, todo esto narrado a través de cuatro ratones en búsqueda de queso (cualquier cosa que queramos alcanzar) a través de un laberinto que representa el mundo real.   

            El mundo cambia tan rápido que lo único constante es el cambio, de esta manera hemos visto empresas que se han resistido al cambio y han desaparecido, otras que sobrevivieron mientras les compraron y cuando tuvieron que aprender a vender o desarrollar una estrategia para tal colapsaron, otras que dedican más sus esfuerzos a acciones reactivas que proactivas, así bien, en el tema del transporte todos somos usuarios asiduos o esporádicos, lo que es una realidad, es que el servicio de taxis como se encuentra en la actualidad, es en muchas ocasiones: inseguro (puesto que no sabemos quién nos lleva, aunque haya un carnet con fotografía, cualquiera lo puede fabricar o falsificar), caro (no se encuentra nadie en ese momento para verificar que el precio es correcto o justo), malo (porque muchas de estas unidades no se encuentran en condiciones higiénicas), contaminante (no se les da el debido mantenimiento). Por el contrario, en este nuevo servicio sabemos el nombre de la persona que nos lleva y esta monitoreada, conocemos las placas del vehículo, hay un registro del servicio, el precio está regulado por la empresa y no existe intercambio de dinero en efectivo, unidades recientes, limpias y lo mejor de todo, hay una calificación tanto para el servicio (conductor) como del conductor hacia el usuario.

            La mercadotecnia nos enseña que hay que escuchar al mercado, innovar, cambiar, atender nuevas necesidades, ser pro activo, cuidar nuestros clientes y sobre todo adaptarse a los nuevos tiempos que exigen mejores servicios, más rápidos, eficientes, seguros, limpios y con una percepción positiva del costo-beneficio. Es indudable que el servicio de taxis tradicionales ya perdieron al segmento de usuarios que ahora atiende Uber (y pronto en León), pero quedan otros a los cuales atender como las personas que no manejan tarjetas de crédito o conexión a internet en sus celulares por ejemplo, una gran lección de la mercadotecnia, pero además del sentido común, era de esperarse (y no me refiero al servicio de taxis solamente, si no en general a quien no escuche a su mercado) que tarde o temprano y después de años de hacer las cosas de la misma manera "porque así han funcionado siempre y no hay otras alternativas" alguien se llevará o peor aún, ya se llevo tu queso.

ERNESTO ARRACHE

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